No podemos decir que la naturaleza es cruel con nosotros, solo nos muestra lo enorme que es su poder y lo pequeños que somos nosotros.
Algunos dirán que es una injusticia que ella nos arrebate todo lo que tenemos, nuestros hogares y nuestros estimados, pero ese es un razonamiento limitado, un razonamiento que no quiere abrirse más allá de uno mismo, un pensamiento que limita nuestra forma de percibir la realidad. Ese razonamiento también se evita a sí mismo percibir el mal que hace a la naturaleza por sobre explotación y contaminaciones.
La muerte es parte de la vida. Los animales matan para vivir, nosotros matamos para vivir y la naturaleza mata en su camino de vida. La maldad, aquella que crea destrucción en el planeta, surge cuando se pierde la conciencia de lo que uno necesita para vivir. La pérdida del equilibrio entre vivir de necesidades o de caprichos es la fuente de la destrucción, cuando la creatividad surgida de la sencillez ha sido arrebatada por la ambición. Si no hay lugar para la creatividad no hay lugar para la armonía y la reconstrucción.
El pueblo Japonés es muy consciente del poder de la naturaleza y muestra un tipo de respeto hacia ella como no sucede en otras culturas. Poseen un cierto temple por las desgracias y el sufrimiento que han soportado y soportarán en su sociedad, sufrimiento del que no podemos nosotros hacernos idea, sufrimiento que los ha llevado y llevará a ser personas excepcionales en este mundo, sufrimiento del que surgirá una sabiduría de la que muchos podremos beneficiarnos algun día. Su cultura y su educación promueven fuertes vínculos de comunidad. Son muy respetuosos y amables pues en su educación NO se da más importancia a uno mismo que a los demás. Esta forma más abierta de razonar que no limita la mente en la supervivencia de uno mismo permite que tengan una mayor resistencia ante las dificultades y capacidad de trascenderlas, además, pensar más en los demás que en uno mismo es una forma de que nuestras emociones nos permitan vivir en mayor armonía, felicidad y sufriendo menos.
Debemos expandir nuestras mentes y ello solo se hace cuando dejamos de pensar solo en nosotros mismos, debemos saber liberarnos de esa forma limitada de razonar la cual nos sume en una forma de sentir negativamente. Debemos saber respetar y agradecer a la naturaleza, vernos como parte de ella, aceptar TODAS sus consecuencias, dejar de vernos como separados de ella y caminar hacia la reconciliación y armonía con ella y con todos sus hijos, humanos y animales. Solo así desaparecerá la infelicidad interior, la rabia egoísta y toda nuestra desgracia, tenemos que abrir nuestras mentes y nuestros corazones, para que posean la suficiente amplitud para que los misterios de la vida tengan cabida en ellos y llenen de CERTEZA nuestro vacío existencial.
En el mundo somos TODOS
Quien piense en injusticias que piense sinceramente quan justo es él con el mundo,
con todos los que forman parte de él con pleno derecho a la libertad en sus vidas.
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