Tener principios



Hacerse responsable de todos los actos de su vida, hacerse responsable de los actos que afectan a los demás, de los actos que afectan al planeta, de los actos que afectan a su felicidad o infelicidad, de los actos que afectan a su salud, etc. Hacerse responsable, actuar en consecuencia implica obtener menor contradicción y mayor consciencia. Cuando uno ajusta su mente a sus sentimientos eso le produce un estado de satisfacción, de saber estar haciendo lo correcto y eso, desarrolla la autoestima. No puede desarrollarse una buena autoestima cuando uno depende de factores exteriores, factores que no están en sí mismo.


Seguridad material no es sinónimo de seguridad interior. Seguridad interior es autoestima. La autoestima se desarrolla con la integridad que producen unos firmes valores y madurez interior, la madurez que nos permite ver siempre el lado positivo de las cosas y no dejándose influir por los aspectos negativos. Para conseguir una gran autoestima uno debe buscar y seguir unos principios, aquellos que nos hacen conscientes de que hacemos lo correcto aun cuando puede estar en contradicción con los esquemas de los demás. Para ganar a nivel interior uno debe saber perder a nivel exterior, a renunciar. Cuando uno es honesto y consecuente con sus pensamientos no se deja llevar por las contradicciones que son las que acaban creando la mentira. Cuando uno es consecuente con sus pensamientos, con sus principios, no acepta las contradicciones, se aleja de ellas y para ello hay que saber renunciar a seguridades exteriores y excesivas comodidades.

Cuando alguien me encarga hacer un trabajo pongo mis medios para hacerla excelentemente, si no tengo esa posibilidad lo haré dentro de unos límites notables. Si se me incita a hacer un trabajo mal por una buena compensación económica o beneficio deshonesto directamente renunciaré a ello, porque no es la riqueza material o sentirme mejor que los demás la que me hace feliz, sino la seguridad en mi corazón de estar haciendo siempre lo correcto. Hacer lo correcto me permite gozar mediante la empatía de la satisfacción de los demás.

Todas las personas poseemos la responsabilidad de nuestros actos, nadie lo es por nosotros. Quien otorga su responsabilidad a los demás la está rechazando de sí mismo. En todos los niveles nuestros principios crean el tipo de sociedad que tenemos. Muchos jueces aceptan imponer una justicia visiblemente inconstitucional, una justicia sometida por ley, la cual niega los derechos de uno en beneficio del otro, porque no están dispuestos a renunciar a su puesto o empleo. Muchos policías aceptan ejecutar unas órdenes injustas las cuales contradicen sus principios, porque no están dispuestos a renunciar a su puesto o empleo. Su apego a la seguridad material crea contradicción en sus principios y por tanto no pueden gozar de armonía interior la cual nos lleva a la felicidad. Por el otro lado estas contradicciones traen más violencia a un mundo confuso, lo cual necesita mayor cantidad de recursos para intentar frenar unos efectos que en vez de menguar, aumentan. Los ejemplos valen para cualquier tipo de empleo. Cada persona, sus principios, sus actos, crean su felicidad o su infelicidad y crean un mundo justo o injusto.


“El que no carga con su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo”
“Asi pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes no puede ser mi discípulo”.  LUCAS 14, 25-33


¿A qué está uno dispuesto a renunciar para encontrar?
Aquello que puede encontrar es ni mas ni menos su felicidad y aquello que traerá armonía, justicia y paz para los demás.


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