Hombre y mujer parecen poseer aspectos inversamente polarizados, como si de alguna forma estuvieran desmembrados, en el sentido que uno debe integrarse con el otro para completarse y aunque eso no sea posible a nivel físico uno podría sentir que deberían integrar en si mismos sus polaridades masculinas y femeninas para llagar a ser un ser completo, andrógino en su forma de actuar, sentir y pensar. Por mi experiencia puedo afirmar que no es una especulación, sino que debe sucederse para que hombre o mujer alcancen su equilibrio interior y felicidad, todo ello resultado de un profundo cambio en la forma de pensar y sentir gracias a una determinación (voluntad).
Hombre y Mujer, dos polaridades:
Cuando se descubrió en la electricidad que los polos similares se repelen y los contrarios se atraen, para poder diferenciarlos se dijo que uno era positivo y el otro negativo, lo cual no debe interpretarse literalmente como positivo y negativo, solo es una referencia. Positivo y negativo fueron conceptos surgidos de nuestra consciencia e implantados para marcar una distinción, aspectos que surgen de una consciencia que mediante “el placer” divide lo que desea y lo que rechaza, lo atractivo y lo repulsivo, lo que creo que es bueno y lo que creo que es malo. Cuando usted toma dos imanes estos se atraen de dos formas distintas, inversas, pero una no es negativa y la otra positiva, sino que se atraen y se unen, los dos unidos vuelven a formar una sola pieza, no con dos pares de polaridades, sino otra vez un solo par de polaridades, una en cada extremo, las otras dos se han unido en el centro, se han fusionado. Esa trascendencia debe suceder de igual forma en toda persona para alcanzar su plenitud, debe descubrir y vivir en si mismo la otra polaridad de la que carece como hombre o como mujer. A partir de ahí las relaciones con las demás personas pueden experimentarse a un nivel más profundo y rico.
Otra forma en la que usamos la creencia de lo que es positivo o negativo es en nuestra forma de pensar. Pensar en positivo o negativo condiciona de una forma tremenda nuestra percepción de la realidad hasta el punto de dividir nuestra consciencia. Mediante el consciente buscamos lo que nos atrae, lo que llamamos positivo y en el subconsciente guardamos lo que llamamos negativo, lo que rechazamos, lo que no nos gusta y acaba resultando en nuestros miedos. Al hacer esto no nos damos cuenta de que estamos dividiendo nuestra conciencia, nos pasamos la vida buscando lo placentero, cómodo, agradable y rechazamos lo que no lo sea, usamos la mente consciente para buscar lo agradable y la mente subconsciente la usamos para guardar lo que rechazamos, así todos los rechazos se quedan como resistencias, como pesos en el subconsciente. De esta forma rechazamos aquello que deberíamos integrar, aquello que debe volver nuestra consciencia UNA.
Las palabras condicionan de una forma muy profunda nuestras percepciones; quizás fuera más adecuado decir que, un polo entrega y el otro recibe, o que un polo irradia y entrega y el otro absorbe y asimila. Solo la profundidad de nuestra propia percepción puede acercarnos a una comprensión.
Mujer y Hombre, parecen poseer inversas polaridades además de físicas, en sus aspectos de deseo, sentimiento y mente. Uno se siente magnetizado hacia el polo inverso del otro, uno hacia el otro se sienten atraídos para unirse, fundirse, para inconscientemente sentirse como UNO. Hombre y mujer están destinados a experimentar la fusión de ambos, de cuerpos, de voluntades, de corazones y de mentes, pero eso debe suceder en uno mismo, mediante una nueva orientación de la voluntad en su vida para conseguir alcanzar la paz de corazón y el silencio de mente gracias a esa paz. Sólo una sociedad muy confundida nos aleja de ello. Hombre y mujer deben alcanzar la meta de la trascendencia de la dualidad mediante la integración en si mismos, pero cuanto más se dividan sus consciencias individuales más difícil será unificarse, porque la dualidad se crea en la propia consciencia por el deseo del placer. Hombre y mujer pueden llegar a sentirse UNO, pero no uno con el otro lo cual es una proyección del deseo, sino en si mismos, trascendiendo la dualidad de la consciencia.
La confusión de voluntades, sentimientos y pensamientos por causa de una sociedad y una forma general de ser "confusa", dificulta que hombre y mujer puedan reconocer sus polaridades y fundirse de una forma sencilla.
El instinto del hombre se siente atraído por la belleza física femenina, pero hace que esta admiración sea indiscreta, la mujer por el contrario se siente atraída de forma diferente, ella busca por instinto la seguridad. La forma en que la mujer atrae al hombre forma parte de los instintos primigenios que subyacen en la naturaleza, ejemplo son los cortejos, las hembras vestidas de forma exuberante y colorida para atraer a los machos los cuales luchan entre ellos (mediante fuerza o aptitudes) para obtenerla y para que ella pueda expresar su genética materna gracias a una seguridad.
Hombre y mujer se han vuelto muy inconscientes de si mismos, esta inconsciencia provoca que los instintos y la arrogancia se vivifiquen. Esta inconsciencia hace que ambos vivan a un nivel de instintos y deseos, a un nivel muy superficial. Esta inconsciencia les ha alejado a ambos de si mismos, un efecto de ello es perder su felicidad intrínseca, aquella que irradiaba en la infáncia. No encuentran otra forma de llenar este vacío que mediante un círculo de deseos y sentimientos de vanidad.
El ser humano cree que haberse alejado de la naturaleza es sinónimo de evolución, pero su razonamiento es equivocado, el ser humano se ha alejado de la naturaleza por pereza interior, ha desarrollado la irresponsabilidad, se ha desarrollado la búsqueda de la comodidad y de los placeres innecesarios, y se ha creado una sociedad que se relaciona de una forma destructiva con su entorno, se ha creado una sociedad antinatural y sus individuos se han perdido a si mismos, han perdido la armonía, la unión y la gratitud que experimentaban mediante la naturaleza y han creado un vacío interior de infelicidad, desunión e ingratitud.
Se vive a un nivel tan superfluo que la atracción natural femenina se ha pervertido a una forma muy confusa, ambos viven hipnotizados en una fina costra vacía, él admirándola y ella vistiéndola, creando un círculo vicioso oscuro. La mujer ha perdido la capacidad de mostrar su belleza interior, y él la capacidad de reconocerla en ella y en sí mismo. Ambos han perdido el recuerdo de si mismos, de su propia belleza interior.
Quien ha descubierto su belleza interior puede ver la fealdad y el vacío que la mayoría de "guapas" y "guapos" poseen, una fealdad que puede llegar a repeler, una fealdad llena de vanidad, la vanidad de la insustancia, de la nada.
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