La rueda de la codicia




  Esta crisis nos ha venido al pelo. No hay nada como una buena crisis para replantearse nuestra escala de valores, para darnos cuenta de lo que realmente es importante. En esta entrada quisiera comenta algo sobre la codicia.



Si observan la educación que desde pequeños hemos recibido, una educación que cultiva el intelecto, una educación que se desinteresa por el cultivo integral del ser humano, en la que únicamente prima el razonamiento y se niega el desarrollo de la creatividad podemos darnos cuenta de que es una educación interesada, es una educación que incita a la competitividad, competitividad que vemos reflejada en todos los ámbitos de nuestra sociedad, en la que se alienta a ser ganadores y se rebaja a los perdedores. Ya a los que no poseen una capacidad intelectual se les llama fracasados escolar mente. Esta competitividad lleva el espíritu de codicia, el espíritu de luchar, de elevarse por encima de los demás, desarrolla el instinto de supervivencia, y eso es lo que interesa a los que poseen el poder económico, los que viven a costa de la riqueza generada por nuestro esfuerzo. No interesa una educación integral y se esfuerzan por evitarla, la educación pública se centraliza y se ponen trabas para que podamos enseñar libremente a nuestros hijos. Si desea enseñar de forma diferente a sus hijos no le queda otro remedio que la escuela privada y esa no es muy diferente en la raíz que la pública, ya que está mejor preparada para la competitividad. No quedan básicamente otras alternativas, los que no se rinden a esta corriente y desean ofrecer una educación integral a sus hijos deben unirse y usar sus propios fondos económicos para fundar sus propias escuelas. Debido al alto precio que resulta esa empresa y al número insuficiente de alumnos y padres (para financiar) muchas veces no se consigue o resulta difícil que estas escuelas sean prósperas, ya que no reciben apoyo gubernamental.

Millones de niños educados “competitivamente” son la mejor fuente creadora de riqueza “económica” y la división que crea este espíritu entre la sociedad es el mejor caldo para el consumismo, millones de personas divididas e infelices necesitan llenar su vacío de alguna forma, el poder económico les espera con una gran bandeja frente a sus narices. La codicia se siembra profundamente. Inconscientemente se mata la sencillez de espíritu, el aceptarse a uno mismo, el amarse a uno mismo, se nos inculcan ídolos de apariencia física, ídolos de vidas vacías y mezquinas, superficiales y materialistas. Todo este mundo de la moda no hace otra cosa que inculcarnos a su culto, a su deseo, a luchar por algo “inconsistente”, a alejarnos de nosotros mismos, a volvernos estúpidos, con el cerebro centrifugado. Un cerebro hiperactivo rompe su vínculo con el corazón, provoca la separatividad, la división, el caldo en que el flota el germen del odio, de la violencia. Este caldo, esta ilusión de separatividad es perfecta para las guerras interesadas económicamente y los atentados “manipulados”. Nos mantienen “razonantes”, distraidos, nos hacen creer que hay enemigos en otros lugares, cuando todos lo único que quieren es vivir en paz, dignamente, sin esclavismos, sin servidumbres. Los que se niegan a ser manipulados por los “democratistas” son tildados de sicópatas, de dictadores, de peligros para la humanidad y sus gobiernos acaban siendo derrocados y sus paises saqueados. Democracia es el nombre de la nueva doctrina que saquea el mundo, "busquemos razones para el saqueo", hagamos leyes "unidas" internacionales para lograrlo, leyes de seguridad pero sobre todo leyes de comercio, leyes libres de comercio para comerciar como nos plazca, "con injusticia, con desprecio".

Una vida confundida y un corazón vacío están servidos, un corazón vacío para llenarlo de la materia “basura” a la que nos han hipnotizado para seguir enriquecidos y apoltronados en sus tronos de poder, “los dioses de la tierra, los amos del mundo”. Los que viven una vida vacía solo ven sentido en el espejismo de la riqueza, así luchan todos por la codiciosa riqueza o por la apariencia, unos luchan para conseguirla y otros para mantenerla. La ilusión se alimenta de ilusiones, de deseos, de falsas esperanzas.

La codicia no llena de sentido, pero mantiene la ilusión. La codicia se alimenta de las miradas. El que no tiene desea lo que mira y el que es mirado se alimenta de la mirada del que le observa, uno alimenta su deseo y el otro alimenta su orgullo, aun cuando los dos viven en el vacío existencial. Una persona se viste seductoramente, o lleva un llamativo automóvil por que se sabe admirada y ello alimenta su orgullo, incluso va buscando esas miradas por la calle, ellas alimentan su “ilusión” sin sustancia; solo son Fantasmas.

La codicia es insensible, es despótica, es un agujero negro sin fondo, es una condición que nos injertan con precisión cirujana, con profundo conocimiento psicológico. Solo aquellos que se vencen a sí mismos, aquellos que recorren el camino de la auto transformación pueden percatarse de ello, porque primero han tenido que comprenderse psicológicamente a si mismos; eso les otorga de la perspicacia para captar la manipulación a la que está sometida toda la sociedad y comprender la confusión que ciega al individuo humano. No nos queda otro camino que el autodescubrimiento, la autorealización, pues no es otra la finalidad de nuestra existencia ni el principio, porque para vivir de forma plena uno debe haber encontrado  a su esencia, su Ser, a sí mismo, donde habita felicidad, el gozo, la paz, y ello está detrás de la confusión que nos vela.

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