La ilusión de un nuevo año



Cuanto más falta de sentido posee la vida de una persona tanto más necesita celebraciones. Pueden parecer mis palabras frías, solo si se escuchan sin comprensión.
La capacidad de sentir la realmente la vida no es un cúmulo de decisiones mentales mediante los cuales buscamos experiencias que nos llenen y a ese llenarse le llamemos experimentar el sentido de la vida, experimentar el sentido de la vida secede mediante un despliegue interior. Usar la decisión de reír, de celebrar, de emocionarse, no significa estar libres de sus contrarios llorar, desesperarse e irritarse, por tanto, no nos libera de la dualidad de la consciencia. Experimentar vívidas emociones no significa que no exista otra realidad más allá de ellas, ni que esa realidad esté exenta de sustancia. Es más, es necesario experimentar en la fluctuación de los opuestos para desear por “agotamiento” el fin de esa dualidad, para acabar buscando y alcanzando una luego una consciente realidad.

Uno NO se libera de la dualidad sin esfuerzo extraordinario, de la atracción y repulsión, la acción de los contrarios, atracción hacia lo que llamamos positivo y reacción o repulsión hacia lo que llamamos negativo. De lo negativo volvemos a orientarnos a lo positivo y volvemos a caer en lo negativo. De la risa a la desesperación y de la desesperación otra vez a la risa, es cuestión de más o menos tiempo el cambio de polaridad, estamos sometidos a la dualidad de nuestra consciencia. No es extraño que se suceda una relación proporcional entre desesperación y celebración. El despliegue del verdadero sentido de la vida va de la mano de una certeza interior, certeza surgida gracias a la lucidez adquirida en la consciencia, lucidez que se alcanza al liberarse de la oscilación de los opuestos. Este despliegue interior es una plenitud surgida del Ser, y el Ser no es otro que Uno mismo liberado de todos los velos y costras cargados desde la tierna infancia. Desde la plenitud no tiene uno necesidad de seguir las oscilaciones, las fluctuaciones anímicas. Uno puede fluir en una paz que se despliega. No puede cualquiera alcanzar esta paz, solo aquellos que desean liberarse de dicha dualidad de la consciencia, de la acción de los opuestos, aquellos que poseen el verdadero valor, aquellos que desean liberarse de esta vida contradictoria e hipócrita que vive la mayoría.

Crear la ilusión de un final y comienzo de año y la necesidad de celebración es una consecuencia del efecto que posee una consciencia dual, dividida, una consciencia que fluctúa entre la monotonía y la celebración. Esta ilusión de un final y comienzo de año nuevo plasma unas imágenes en nuestra mente, las imágenes de un imaginario muro colocado encima de otro imaginario calendario, un muro entre el día 31 de diciembre y 1 de Enero, un muro imaginario que uno puede cargar durante toda una vida. Usted puede hacerse consciente e imaginar como rota la tierra alrededor del sol, como todo el sistema solar "y otros sistemas solares conjuntamente" giran alrededor de otro sistema solar central y como todo este grupo de sistemas solares que rotan sobre si mismos lo hacen en otro movimiento en espiral alrededor del centro de la galaxia. Allí no existe ningún muro que franquea los años. Los que ayer fueron conscientes y agradecidos por lo que la vida les ha dado la oportunidad de experimentar, hoy poseerán la misma o mayor capacidad de hacerlo desde su mente y su corazón, porque eso no depende del día que és, porque ellos se han liberado de la primera y la última ilusión.

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