Desde miles hasta hace aproximadamente pocos años una cierta cantidad de personas iniciaban el camino del auto-descubrimiento, de la auto-realización, la iluminación. Existían personas que sin la necesidad de transformarse para un fin comunal iniciaban el camino de la transfiguración, de la trasformación de la confusión por certeza, del malestar por gozo, del vacío por plenitud, de la duda por la verdad, de la incertidumbre por el descubrimiento de si mismos, de su verdadero “Ser”, existir en completa consciencia de si mismos. Estas personas actuaban por un impulso interior que les incitaba a su propia transformación. Estas personas son las que mantenían vivo el espíritu de verdad, espíritu que había sido iniciado primero por los grandes maestros iluminados milenarios, los que aparecen uno cada mil años, los que trajeron la luz de una verdad que en estos tiempos se halla oscurecida, confundida. Cada gran iluminado trajo la luz de lo que ahora equivocadamente llamamos religiones, la materialización de una fuerza viva, una verdad que llenaba las mentes y los corazones de los que la escuchaban. En estos tiempos la oscuridad se halla en un estado que ha confundido completamente nuestra mente y ha dormido lo que es más importante, nuestro corazón, pues él es la llave que nos abre las puertas de la verdad. Las mujeres tienen ahora la verdad mas a su alcance que los hombres, porque su sensibilidad femenina, la intuición de su corazón se halla mas viva que en ellos, las mujeres serán la luz para los hombres.
Los antiguos aspirantes a la iluminación debían enfrentarse a duras pruebas, a sus miedos interiores, a sus prejuicios, a sus odios, a sus rechazos, a sus comodidades, a sus creencias, (a todo lo que ahora irremediablemente debemos enfrentar), todo por un impulso interior que les susurraba una verdad olvidada. Cada diferente zona del planeta poseía sus aspirantes a la iluminación y sus maestros iluminados, también existían las enseñanzas manipuladas, las que conformaban a los tibios, los que tomaban una verdad adaptada a sus gustos, tal como se sucede en las cadavéricas religiones organizadas actuales. Ciertamente era mayor la proporción de los que se conformaban con una verdad a medias y eran muy pocos los que aspiraban a la verdad lúcida, libre de velos. Pero en aquellos tiempos no había un apremio que los incitara a iluminarse, a transformarse, tal como sucede actualmente, ya que las mentes de las personas eran más sencillas.
Desde aquellos antiguos tiempos hasta hace poco, los maestros iluminados mostraban una enseñanza para los que se iniciaban en el camino de la transformación. Cada enseñanza se adaptaba a la cultura de cada zona, ya que debía acomodarse a una forma de pensar determinada por los diferentes esquemas mentales y culturales de cada zona. Es por eso que una enseñanza espiritual no es la misma para un asiático, que para un europeo, que para un australiano, que para un indio, ni para un africano. Toda zona posee una cultura, una forma de vivir, de pensar y de ser diferente. Una forma particular de hablar no sirve para todas, ella debe adaptarse a cada zona, aunque todas poseen el mismo fin, la verdad universal, una verdad para todos, una verdad percibida, descubierta por cada uno en sí mismo. Solos venimos al mundo y solos dejamos este mundo, nadie puede mostrarnos la verdad. En nuestra mano está descubrir todo lo que debemos descubrir, si acaso pueden mostrarnos el camino, pero nadie puede decirnos "toma, esto es la verdad". Hasta hace poco, estas enseñanzas eran entregadas a la sociedad, incluso de forma particular. Uno podía ejercer por propio deseo el camino de la autotransformación. Actualmente nuestra sociedad se halla en un momento crucial en el que el camino de la auto-transformación individual no puede llevarse a cabo sin hacerlo de la mano de toda la sociedad de la que formamos parte, porque darnos cuenta de que formamos parte de una unidad mayor que es la sociedad en si misma, darnos cuenta de que somos una gota en el océano de la humanidad ya nos da la base para nuestra realización, "la base", la certeza que antiguamente no se poseía, la certeza que uno debía lograr trabajando largo tiempo rompiendo sus esquemas mentales para percibirla. Este es un punto crucial en la actualidad, el hecho de ser conscientes que formamos parte de un grupo. Ser conscientes de ello ya es un paso importante, el paso que antiguamente debía trabajarse para hacerse consciente de ello. En estos tiempos ya no sirven las enseñanzas privadas, particulares. En estos tiempos sería un acto de egoismo inservible intentar elevarse ignorando a la sociedad de la cual eres consciente que formas parte y de la que debes sentirte responsable. Debemos tomar nuestros corazones y mirarnos los unos a los ojos de los demás, tomarnos de la mano y avanzar, darnos cuenta de que verdaderamente somos hermanos, y esa es la llave que abre el corazón, cuando la mente se reconoce parte de una globalidad mayor, abre la puerta de su corazón, la puerta del amor. Pero no todos vamos a despertar al mismo tiempo, lo sabemos, nos cuesta a cada uno despertar a su manera, pero debemos tener paciencia con los que aun no lo han hecho, nuestra comprensión mantendrá vivo nuestro corazón.
Las filosofías privadas, las escuelas de misterios actuales, ya no tienen cabida en este mundo, se convierten en un egoísmo espiritual cuando no se hacen de la mano de nuestros hermanos. Las enseñanzas privadas solo sirven si quieren compartirse y lo hacen con una nueva enseñanza adaptada a una nueva realidad, porque estamos en una época donde la mezcla de razas y una prioridad global que nos muestra que es preciso liberarnos del egoísmo y transformarlo por amor-compartimiento lo exige. Es el tiempo de LA FILOSOFIA DE LA LIBERTAD, la filosofía sin senderos determinados, porque el camino de transformación individual ignorando al grupo se convierte en un nuevo velo ante nuestros ojos, porque negarnos a ver nuestro mundo y cerrarnos en una iluminación “particular” nos vuelve a una nueva forma de egoísmo, el egoísmo de los que se encierran en el orgullo de su majestad, cuando viven en aguas estancadas que acaban corrompiéndose. Cuando todo lo que existe puede destruirse en un instante, sin haber tenido tiempo de descubrirse en si mismo una realidad más elevada, cuando demorarse en elitismos es perderse, todo lo que se posee debe mostrarse, todo corazón debe compartirse, los elitismos ya no tienen cabida en un mundo que a cada segundo le exige a tu corazón AMOR-COMPASION, la fuerza que permite "tu transformación".
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