De pan blanco de molde, de harina refinada y de levadura química de fermentación rápida, de corteza frágil y de corazón "de miga inflada e inconsistente", pan de un día. Así parecen la mayoría de adolescentes de hoy. Los adolescentes quieren crecer de golpe, como si existiera una barrera a partir de la cual uno deja inmediatamente de ser un niño y se convierte en adulto.
Pueden verse adolescentes de 12 años años fumando en el exterior de la escuela. En muchos su forma de vestir indica la necesidad de destacar. También puede apreciarse en muchos (sobre todo las chicas) un especial énfasis en cultivar una fonética más refinada. Sus vacíos y superficiales ídolos impregnan de fantasias, de espejismos su ser.
Para la persona quiere ver y descubrir más allá de lo común lo más sencillo se convierte en lo de mayor importáncia, pues nuestra vida está construida de una multitud de cosas sencillas y para saber discernir el grano de la paja, lo que es verdadero de lo que es falso, uno debe prestar una gran atención a cada pequeña cosa de su vida y a todo lo que percibe a cada segundo.
Para mí es muy importante este punto de nuestra vida "la adolescencia", en la cual podemos apreciar el cambio de escalón hacia la edad adulta. Es en esta época cuando se percibe claramente en ellos lo que han perdido de su infancia y como necesitan llenar un vacío de una forma muy rápida.
En todos los aspectos de la vida existe un equilibrio el cual puede descompensarse hacia un u otro costado, pero por gracia siempre hay una tendencia a recuperar ese equilibrio, esa tendencia es como una fuerza estabilizadora y uno debe saber aprender a observar las situaciones, los problemas y a las personas para comprender cuales son los puntos en los que existe esa descompensación, aunque ello no puede hacerse sin la base del propio equilibrio. Para ello uno debe haberse comprendido y cambiado a si mismo. Que algo esté desequilibrado no significa que esté perdido, nuestra forma condicionada de ser nos hace pensar que las cosas son concretas o cuadradas. Es en la observación y comprensión de los desequilibrios que podemos encontrar la causa de su efecto y percibir como efectuar su restauración.
En relación a las personalidades (a la forma de ser de las personas) y en los efectos que crean ellas en la sociedad no hay nada perdido, a menos que hablemos del daño al sistema biológico y ecológico (toda la amplia variedad de seres vivos sobre la Tierra y los patrones naturales que la conforman, resultado de millones de años de Evolución) lo cual es muy triste y grave. Pero respecto al desequilibrio personal (interior) y social (por reflejo) posee una estabilidad recuperable con más o menos tiempo. El problema que todos conocemos es que cuanto más tardemos en alcalzarlo más vamos a perder a nivel biológico y climático, así que estamos de acuerdo en que es necesaria una responsabilidad individual para un bien comunal. El que es responable con sus actos se pondrá a actuar de inmediato pues la biodiversidad planetaria está dañada, el propio hogar que habitamos está ardiendo.
Volviendo al tema de la inestabilidad de los adolescentes parecería que tenemos un problema (el cual no es problema si hay una comprensión de las causas que crean los efectos). Si un adolescente siente necesidad de crecer muy rápido, si siente esa necesidad de ser un adulto de una forma muy rápida, podemos estar seguros que esa madurez de fermentación rápida tendrá un resultado inconsistente. Este adolescente estará creciendo de una forma muy ligera y la costra de su madurez va a ser un orgullo inflado. Además se creará una carencia interior, pues un crecimiento rápido no produce madurez, plomo. No hay pan más alimenticio que el de harina completa (germen y salvado), con generosa levadura madre y fermentación lenta, pues el mismo germen crea las mejores bacterias de fermentación, (germen, corazón o centro de nuestro Ser, mediante el fermento de la comprensión própia crea la consistencia de la certeza adquirida por la experiéncia de primera mano). Por tanto no es lo mismo conocimiento intelectual que conocimiento empírico.
¿Qué es lo que lleva a un adolescente a desear ser adulto a una velocidad relámpago, lo cual es un sinsentido ante toda una vida que se nos despliega por delante? "lo que no existe, lo que han perdido". En su infancia poseían los niños un cierto tipo de plenitud inconsciente en ellos, pero esa plenitud, esa alegría, esa creatividad, ese amor, se han ido truncando esporádicamente mediante la influenciación a través de los espejismos de los vanos deseos que acaban creando las futuras ambiciones adultas. Dependiendo de la cantidad de condicionamiento ambicioso que reciben, restado de la madurez interior intrínseca que posee el niño, el resultado es un determinado vacío interior más o menos consciente. El factor que ejerce la posibilidad que ese adolescente se oriente positivamente hacia una madurez consistente, es que el niño obtenga de sus padres "por simpatía y empatía" algunos reflejos de esta madurez interior. Estos reflejos, estas pistas, serán las que darán la futura posibilidad de llevarle a descubrir o desarrollar en sí mismos estos aspectos consistentes de su ser. No son estos reflejos otra cosa que la certeza adquirida de una riqueza interior percibida en los padres.
Una vida carente de plenitud (a pesar que pueda ser un triunfador materialista) es el más provable resultado cuando los padres no han sabido mostrarle la forma de tomar la vida con paciencia, con comprensión, con alegría, con armonía, con gratitud, con forma absolutamente positiva, pues son estos los aspectos "consistentes". Si los padres no poseen estos firmes aspectos en sí mismos no los pueden transmitir a sus hijos, porqué por simpatía y empatía se transmite, no por palabras. Esta falta de orientación hacia una meta (en principio interior) deja siempre un deseo residual en la adolescéncia, el deseo de querer la madurez que no se posee por el efecto de un profundo vacío interior.
La costumbre que poseemos las personas de compararnos las unos a las demás, de desear lo que no necesitamos, la forma de hablar que tenemos mediante ese amor própio, no es sino la punta del iceberg que asoma en la superficie, el iceberg de la carencia interior, una identidad que lucha por llenar esa caréncia en todos los aspectos de su vida, más cuando a esa personalidad se le niega la posibilidad de expresarse a sí misma mediante la espontaneidad y creatividad. "No hagas esto, no digas esto, no seas así, esto es feo, esto es malo".
Condicionar a nuestros hijos interesadamente no es otra cosa que negarles a ser ellos mismos, es enviarlos a una vida confusa y fría desde nuestra ignoráncia. Solo pueden ser ellos mismos cuando se les permite expresarse y ser ellos mismos en completa libertad, libertad que significa no condicionarlos desde nuestra confusión, permitir que se exprese (y sobre todo no pierdan) esa cualidad de la infancia, la empatía, la simpatía, la alegría, la creatividad, la sinceridad y la inocencia del corazón, la inocencia que es la falta de maldad en el mirar. Si perciben que nosotros mentimos (no necesariamente con palabras) también ellos lo harán, porque son muy perspicaces aun que los adultos lo hayamos olvidado. Ese es otro problema, hemos olvidado demasiado de nuestra infancia, sobre todo de los aspectos puros de nuestra forma de ser.
Si nosotros no poseemos una riqueza cultivada, no poseemos ningún legado para transmitir. Buscar la comodidad, buscar el dinero rápido es solo lanzarnos al abismo de la frialdad del egoísmo insensible y vacío. Enseñarles que deben ser egoistas, que nadie va a hacer nada por ellos es solo aumentar la separación y la problemática social.
El Egoismo es la herramienta que deberíamos usar para tomar de la vida lo que necesitamos para realizarnos, NO para realizar vanas metas materiales que llevan nuestra vida al sinsentido, a la injusticia y a la destrucción de todo lo que nos rodea. Nuestra infelicidad es la señal de nuestro desequilibrio. La destrucción la voz de alarma respecto a nuestra irresponsabilidad.
¿Qué tiene de positivo el efecto de unos adolescentes con un gran sentimiento de vacío interior?, la oportunidad de ser conscientes de ello, la oportunidad de ser conscientes de que el vacío es la causa de todos los males, de que aquello que buscamos no está en el exterior. Nuestro dragón a someter es nuestro vacío interior, la oportunidad de comprender que una vida orientada a llenar este vacío mediante todo lo exterior a uno mismo no es la solución, es un espejismo. El vacío se invierte, se vuelve irradiante orientando nuestra consciencia en el corazón, actuando mediante el corazón y dejando fluir la creatividad que desde él se expresa. Un joven necesita la creatividad para desarrollarse de forma completa y ser feliz.
Desde el corazón se invierte la polaridad egoica, pues el corazón es el eje respecto al cual giramos, así podemos reorientarnos para menguar en nuestros aspectos confusos y negativos y así renacer en una verdadera y nueva forma de Ser. Prestando atención a nuestro corazón, (atención que nos envuelve en el calor de su gozo) se produce el fermento del crecimiento interior, atención en ÉL y dispuesto en todas las situaciones de nuestra vida. Desde este crecimiento consciente uno puede desarrollar temple, y convertir el plomo en "ORO".

La madera de un árbol de crecimiento rápido no posee dureza, consistencia, es poco resistente a la humedad y a la carcoma, todo lo contrario de la madera de un árbol de crecimiento lento, cuya madera como el roble aguanta varios cientos de años. De forma semejante lo que uno ha trabajado en su interior posee unos resultados, resultados que cada uno debe descubrir y maravillarse en ellos. Entonces uno poseerá algo de verdadero valor que no podrá evitar transmitir.
Para que un arbol se vuelva robusto y magestuoso debe enfrentar las fuerzas de la naturaleza.
Para forjar una espada a golpes debe hacerse en caliente, en frío no se moldearía y se partiría. Después de la forja, de haberle dado forma, debe sumergirse en agua fría para templarla, para que coja dureza. Un buen temple le otorgará la flexibilidad y la dureza necesarias para ejecutar cientos de duros golpes sin partirse. De la misma forma las personas debemos tomar la vida con pasión, con el calor del corazón, de otra forma (friamente) nuestra vida se partirá por falta de sentido y falta de verdadera madurez. Entonces las experiencias no son tomadas con frialdad, sino como oportunidad de aprender y mejorar. Entonces la vida no se toma con el peso del plomo, sino con gracia y con la riqueza del Oro, porque toda experiencia es única para mejorarnos a nosotros mismos comparténdolo con los demás. Incluso en nuestro interior desapareció el plomo, la oportunidad de experimentar esta vida con lo que hemos descubierto en nosotros mismos posee más riqueza que todos los tesoros del mundo. Podemos sentir como El Oro, esa riqueza en nuestro interior.
La transformación del Plomo en Oro es una metáfora. El Plomo es evidentemente el peso de una vida sin sentido y sin valor. La Piedra Filosofal es la capacidad de nuestra mente para usar la comprensión. El fuego es la pasión y el horno el corazón. El resultado es la riqueza que da la autotransformación, una nueva forma de enfocar la vida con felicidad.
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