Desorden u orden interior













Cada persona es creadora de su realidad, creadora del mundo en el que vivimos o malvivimos, pués lo que somos internamente crea nuestra realidad. Si uno posee riqueza interior puede hacer de su vida un cuento de hadas, si uno posee pobreza interior su vida estará destinada al dolor.

Nuestra sociedad, una sociedad corrompida, es la suma de muchas realidades individuales que viven en la confusión y la pobreza interior, pués no nos educan para enriquecernos interiormente sinó para sobrevivir unos por encima de otros mediante la competividad y la ambición, valores estos que surgen de la ignorancia del camino hacia la riqueza que no es material, sinó interior. La riqueza material es una injusticia y una mentira, pués para uno hacerse rico debe hacerlo a costa del esfuerzo de muchos, aunque este esfuerzo sea mínimo aun a costa de miles, además la falsa felicidad del rico sólo es seguridad material, no hay seguridad interior, porque la seguridad interior se desarrolla cuando uno sabe "perder", porque saber perder es saber ganar a un nuevo nivel.

La suma de la mayoría de realidades confundidas en tanto que individuos crean una sociedad confundida, una sociedad pasto de la manipulación de conciencias, y esta manipulación es la que realmente sucede. Nadie va a resolver nuestros problemas sociales, pués nadie puede resolver nuestra confusión interior, nadie puede darnos la certeza que necesitamos, todo lo contrario, parecemos estar sometidos a un oscurecimiento crónico del que no quieren que salgamos, no desean que las personas se vuelvan conscientes, no desean que las personas se unan, pués las personas conscientes y unidas son un peligro para las realidades económicas manipuladoras. La desgracia, el odio, la enfermedad y la muerte son extraordinariamente rentables económicamente para los que viven de ello y se esfuerzan por mantenernos confundidos y distraidos.

No podemos estar esperando que otros resuelvan nuestros problemas, nadie va a tomar nuestra responsabilidad, nos han enseñado a buscar ajenos culpables a nuestros problemas, han evitado constantemente que nos volvamos responsables de nuestra vida, todo lo contrario, la confusión en la que vivimos mantiene la irresponsabilidad individual, la que uno debe transformar en autoresponsabilidad ante un mundo que avanza estrepitosamente a su autodestrucción. Sólo volviéndonos personas completamente responsables de nuestros actos podemos volvernos felices, porque la felicidad crece en la satisfacción propia, en la satisfacción de saber lo correcto y practicarlo desde el calor que otorga toda acción surgida del corazón.


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